Canta un pájaro-nube en la gris lontananza,
y con su cara mansa va pasando la brisa.
Una cuerva descansa sobre la yerba, herida;
y una mujer espera,
recostada en la puerta
para toda una vida.

En el campo dorado se besan las espigas,
y se doblan, se mecen
y bailan en la brisa,
fingiendo no saber
que las lluvias ya llegan
y han de bañarse en ellas,
y han de quedar partidas.

En la hora del poniente
una potra relincha,
y una vaca sacude sus moscas en el campo.
Y una anciana relee cartas viejas,
poesías.
Y en un sillón de caoba
va meciendo su vida.