¡Preñado está el Universo!
¡Preñado¡ ¡Sí¡ Miralo orondo
pasearse entre los soles cual panzuda
primeriza ostentando presumida
su sideral barriga como trofeo de oro:
tinaja de factura sacra,
forjada de aire, fuego, tierra y agua.

¡Preñado está!
¿Y no es maravilloso verlo así
-borracho, loco, extasiado de gozo,
bailando delirante en la cósmica pista,
refulgente de polvo intergaláctico
con planetas, estrellas?

¡Míralo deslizarse
en frenético trance, arrebatado;
y excéntrico chorrearse desde las alturas
de las nubes galácticas!

¡Escúchalo bramar enloquecido!
Por los enjoyados montes estelares,
retúmba su estruendoso resoplar desenfrenado,
Y el canto delirante de bestia enamorada
estreméce el espacio.

Con ditirambo orgásmico convulsa
y desparrama su espumosa semilla.
Con rugidos de agónico cometa siembra
el semen sagrado
en cada esquina del tiempo y el espacio,
en cada latitud y longitud esférica.

Fertilizando,
a diestra y siniestra va,
saltando desbocado todos los sacros valladares
de los tiempos-espacios-energías-materias:
ligeras transparentes y densas tenebrosas,
que habrán de germinar en una furia vital
de soles, lunas, y planetas,
y fértiles incubadoras seminales.

Que habrán de florecer en niños y niñas
encarnaciones lúdicas, mariposas mujeres,
hombres palomas, livianas mensajeras,
emplumadas de nombres y verbos amorosos
en el cántico-cristal de la alegría
Que habrán de renacer
en mágicas partículas vivientes,
sagradas salamandras forjadas en el fuego,
saltarán de las llamas de su pasión divina

De seminal espuma
fluirán como fuentes
las hermosas y líquidas ninfas.

De su cálido aliento,
las sílfides: ligeras y rosadas
como la dulzura, saltarán
en la brisa.

Y del polvo sagrado
de sus huesos, de su eterna envoltura,
brotarán, con potencia volcánica,
razas de hombres y mujeres,
nuevas diáfanas, puras
como mágicos besos alados.

¡Preñado está el Universo!
Sí. Y loco de alegría
ríe como madre multípara
cuando la luz se acerca.
El vibrar de la vida tortura sus entrañas
y en grávida pulsión extraordinaria,
puja y expulsa al infinito espacio-tiempo
la divina prole hacia sus orbitas designadas.

Y de todos los hijos,
de este colosal parto cósmico,
de este Nuevo Universo,
te doy su favorito:
te regalo un planeta.